La mujer purépecha es cultura, inspiración, lucha y resistencia

Por Pavel Ulianov Guzmán 


El 8 de marzo se conmemora el “Día Internacional de la Mujer”, acontecimiento que simboliza la lucha de las mujeres por su emancipación y por la construcción de un mundo mejor, ocasión idónea para evocar también las historias, inspiraciones y luchas de las mujeres p´urhépecha.

Las mujeres p’urhépecha, han participado activamente en todos los grandes procesos sociales de Michoacán, sin embargo, la historia oficial, nada o poco habla de ello. En distintos momentos históricos, las mujeres p´urhépecha, han dado ejemplo de lucha, jugando un papel central como sujeto histórico, capaz de trasformar su realidad y con ello generar historia.

En la época prehispánica, en el siglo XII, las mujeres p´urhépecha fueron un factor imprescindible de aculturación entre los recién llegados uacúsecha y los p´urhépecha agrícolas ya asentados previamente en Michoacán. Gracias a múltiples alianzas matrimoniales, los uacúsecha lograron establecerse cerca del entonces Señorío de Naranja e iniciar un proceso de aculturación en el que las mujeres, entre ellas la esposa de Hireti Ticáteme, llamada Pisperama, encabezaron un proceso gradual de intercambio e identificación de preceptos  sociales, incorporando y/o mejorando elementos como el idioma, la agricultura y los  patrones culturales  (Fuente: Alcalá Jerónimo/Relación de Michoacán).

A continuación, también en la etapa precolombina, las mujeres P’urhépecha fueron un elemento indispensable de unión, entre los entonces errantes uacúsecha y el Señorío de Jarácuaro, mediante matrimonios colectivos, se estableció una alianza teológico-militar, misma que sentó las bases ideológicas y aceleró la acumulación de fuerzas para el proceso de expansión, esta alianza puede representarse mediante el enlace de “Patzimba” hija de Cúriparaxan, principal de la isla de Jarácuaro y Pauácume Señor uacúsecha, naciendo de esta unión el gran Tariácuri. La asociación ideológica se representó entonces en la unión de Xaratanga, diosa lunar, asociada a la agricultura, la fertilidad y la guerra, con Curicaueri,  dios del fuego y también de la guerra, representado por un fuego perpetuo, un águila blanca o un núcleo de  obsidiana   (Ruiz Eduardo/Michoacán: Paisajes Tradiciones y Leyendas).

En éste mismo periodo, resalta la figura de Quenomen, “mujer de Carocomaco”, originaria de Uruapan y de condición humilde, quien en un contexto histórico adverso, logró  convertirse en Señora de Zacapu, al fallecer su marido, toma el Señorío de Zacapu, cambiando el sistema de mando, hecho histórico único en la historia  prehispánica de Michoacán. “Hacía traer leña para los templos, se pintaba la cara con dos bandas negras, portaba rodela y una porra para hacerse temer” (Reyes Cayetano/Tzacapu: Las Piedras Universales).

Quenomen que significa “subir cubriéndose con el agua o envuelto en el agua”, era esposa de Carocomaco que quiere decir “el que se hunde en el agua” (Fuente: García Ángel/Paisaje mítico y paisaje fundacional en las migraciones mesoamericanas,2006) ambos eran de condición “pobre”. Quenomen era originaria de Uruapan y en sus inicios, vendía agua y molía maíz “por ahí anduvo a vender agua y se alquilaba para moler maíz en piedras” 

En el proceso de la Conquista en Michoacán, la primer línea de resistencia y lucha fue encabezada por las mujeres, la mujer p´urhépecha fue la primera en enfrentar a los españoles e iniciar movimientos de lucha, reclamando a los gobernantes y  guerreros uacúsecha por no defender las riquezas y el territorio p´urhépecha en la Ciudad-Estado de Tzintzuntzan, increpando a los principales su falta de acción y cobardía  “Y estaban por allí los principales y las mujeres empezáronlos a deshonrar diciéndoles que para qué traían aquellos bezotes de valientes hombres, que no eran para defender aquel oro y plata que llevaba aquella gente, que no tenían vergüenza de traer bezotes”, golpeado a los españoles con unas “cañas macizas” “dándoles de palos” hasta hacer que los españoles se les cayeran los tesoros. Lo que no hicieron los varones, fue iniciativa de las mujeres.  (Cortes Juan Carlos / La Conquista de Michoacán, 2019).  

Así mismo, en el ideario colectivo p´urhépecha, resalta la figura mítica de Eréndira,  líder de la resistencia indígena en contra de los españoles. Empero, esta construcción literaria, sin duda alguna desata polémica, pero al final, la “tradición michoacana”, la convirtió en mito fundacional anticolonialista e indigenista (Ramírez Ana/Eréndiras de Leyenda y de Carne y Hueso).      

Posteriormente, durante la Colonia, en los años de 1766 y 1767, con el estallido social que tuvo mayor significancia en el siglo XVIII en la entonces “Nueva España”, bajo las Rebeliones de Pátzcuaro, las mujeres p’urhépecha al lado de sus hombres, y en conjunto con cientos de comunidades indígenas, se rebelaron en contra de las Reformas Borbónicas, el aumento de impuestos, la leva forzada y sobre todo la profunda desigualdad social. En esta rebelión emergió la consigna ¡muera el mal gobierno! (Gómez Mazín/Pátzcuaro Subversivo 1766 y 1767).      

Después, durante el periodo de la Revolución, cuando las tierras fértiles de cultivo, el agua y los bosques fueron acaparados por los hacendados, y las propiedades y salarios de los comuneros fueron brutalmente reducidos. El trabajo como peón no era suficiente para cubrir la alimentación y vestimenta familiar, por lo que las mujeres p’urhépecha ayudaron en su manutención económica, desarrollando la alfarería, la cestería y la confección de sombreros, cobijas y sarapes, al final, se convirtieron  en un verdadero sostén de sobrevivencia de muchas comunidades y evitaron aún más la inhumana concentración de  mano de obra barata (Méndez Evangelina/Los P’urhépecha en la Revolución 1910-1917).

De igual forma, en la segunda década del siglo pasado, en el marco de la lucha agrarista encabezada por Primo Tapia, en distintas comunidades p´urhépecha, se organizaron Ligas Femeniles. Las mujeres p’urhépecha organizadas, jugaron un papel destacado, creando redes de apoyo al movimiento por la expropiación a latifundistas,   creando cooperativas para su propio sostenimiento familiar,  luchando contra el fanatismo religioso y  combatiendo al alcoholismo. Asimismo en diversos casos encabezaron la lucha jurídica y escondieron a los agraristas perseguidos por el gobierno(Castellanos Alicia/Primo Tapia de la Cruz, un hijo del pueblo).

Subsiguientemente, en la década de los 80´s, en el movimiento indígena encabezado por Elpidio Domínguez en Santa Fe de la Laguna, toda la comunidad y en especial las mujeres, emprendieron un camino de lucha y conciencia social, movilizándose permanentemente por la recuperación de sus tierras ancestrales, construyendo redes de apoyo, manteniendo en alto la moral combativa y sobre todo, participando activamente en medio del fuego cruzado, en la captura de ganado como medida de indemnización, logrando una victoria en el deslinde de tierras a favor de Santa Fe (Hernández Gerardo/El Liderazgo y la Ideología Comunal de Elpidio Domínguez en Santa Fe de la Laguna).

La mujer p´urhépecha de Santa Fe de la Laguna, terminó con el monopolio de los hombres en las asambleas generales y en la toma de dediciones, incluso siendo el eje de la lucha mientras diversos líderes estaban encarcelados, durante 32 días encabezaron un plantón afuera de Palacio de Gobierno, destacándose la participación de Elia Cuiriz Fabian (Universidad de Chapingo / Juchári Uinápekua, crónica de una lucha campesina).

En este contexto, es indispensable mencionar que la categoría filosófica ¡Juchári Uinápekua!:  ¡Nuestra Fuerza!, una categoría central del pensamiento p´urhépecha, es creación de una mujer p´urhépecha, Yolanda Ramírez León, originaria de Santa fe de la Laguna, quien el  23 de noviembre de 1979 “mientras la marcha retornaba de la fuente de Villalongín, para llegar al Palacio de Gobierno, al pasar por el templo de las Monjas, “Yóla”, se trepo del lazo que colgaba del campanario y con las dos manos comenzó a tocar la campana, simultáneamente y con el rostro de emoción “Yóla” se apoyó con la mano derecha para seguir tocando, mientras alzaba y empuñaba la mano izquierda gritaba, !Juchári Uinápekua!, !Juchári Uinápekua!, !Juchári Uinápekua!, la gente respondía con júbilo y alegría: ¡Juchári Uinápekua!, ¡Juchári Uinápekua!, ¡Juchári Uinápekua!”. Un año después, el 17 de noviembre de 1980, la consigna se convirtió en lema de la bandera p´urhépecha, y con ella, evolucionó a un pensamiento central de la cultura p´urhépecha (Máximo Raúl / Filosofía P’urhépecha conceptualización de Juchári Uinápekua – Nuestra fuerza).

Consecutivamente, en la sesión III del Congreso Nacional Indígena, así como en la Reunión XXIX del Congreso Nacional Indígena, llevadas a cabo en la comunidad de Nurío, se abordó de manera importante, la participación de las mujeres en la liberación de los pueblos, estableciendo la necesidad de resistencia y lucha de todos los hombres y mujeres de los pueblos originarios.

Por otro lado, en 1988 bajo el conflicto postelectoral derivado del fraude en el que se impuso a Carlos Salinas, la comunidad de Chéran y en particular las mujeres, participaron activamente en las elecciones, protestaron contra el fraude y enarbolaron la desobediencia civil. Para esto, cerraron la carretera principal, se apoderaron de autobuses para asistir a las manifestaciones masivas en Morelia, pero en específico tomaron un papel clave en la defensa de la plaza principal y del gobierno de oposición, confrontándose con la policía federal y estatal, quemándolos con agua hirviente o café caliente (Pérez Tatiana/Memoria Histórica de la Insurrección Cívica Purépecha en 1988).

Más tarde, en el año 2011, de nuevo las mujeres de Chéran vuelven a desempeñar un papel trascendental, toda vez que fueron ellas quienes iniciaron y encabezaron la rebelión en contra de las desapariciones y asesinatos, así como por la defensa de los recursos naturales de la comunidad, la búsqueda de la verdad histórica y sobre todo justicia (Guerrero Eureka/ Las viudas, las nueve mujeres. Las Lunas Rojas del fuego de Cherán).

En el pasado reciente, en el año 2014, en el pueblo de Caltzontzin y bajo el contexto de la lucha de esa comunidad por la autonomía y la autodeterminación, las mujeres organizadas rescataron de manos del Ejército Mexicano, a hombres de la comunidad p´urhépecha detenidos por formar la entonces “Defensa Indígena Autónoma” y recuperaron sus respectivas armas.

En la perspectiva cultural, la mujer p´urhépecha es fundamental para el desarrollo y preservación del idioma p´urhé y con él, toda la cosmovisión, cultura e historia de su milenario pueblo, gracias a ellas, de generación en generación, miles de niños han aprendido a sentir orgullo por su lengua, cultura y tradiciones.

También mujeres p´urhépecha de Sicuicho, San Lorenzo, Capácuaro, Angahuan, Tarerio, Santiago Azajo, San Juan Nuevo y Caltzontzin, en 1985 iniciaron un movimiento de cocineras tradicionales que culminó en noviembre del 2010, con el nombramiento de la gastronomía michoacana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en un proceso que reconoció a la gastronomía p’urhépecha como un modelo cultural completo que comprende actividades agrarias, prácticas rituales y conocimientos antiguos (Mas de MX / Mujeres Purépecha, detrás del nombramiento de la comida mexicana como patrimonio mundial).

En tiempos contemporáneos, las mujeres p´urhépecha han participado activamente en las luchas por la autodeterminación, autonomía y autogobierno de sus respectivas comunidades, han intervenido en el impulso, conformación y práctica de los consejos de gobierno comunal de Cherán K´eri, Tanaco, Pichátaro, San Felipe de los Herreros, Arantepacua, Comachuén y Sevina como consejeras de gobierno, abriéndose poco a poco, pero a paso firme, un lugar en la práctica del poder comunal.  

Es preciso mencionar que en las fuentes de la historia en general, y en específico en las fuentes de la historia p´urhépecha, la participación de la mujer es sistemáticamente olvidada, por lo que es preciso realizar diversos estudios cuantitativos y cualitativos sobre la participación de la mujer p´urhépecha como sujeto histórico.

Finalmente, en un entorno donde las mujeres indígenas y con ellas las mujeres p´urhépecha, han padecido humillación, desprecio, indiferencia y marginación, se han convertido en parte esencial de la economía popular, son artesanas, ejidatarias, jornaleras, migrantes y profesionistas que en dura batalla incrementan el presupuesto familiar, pero más allá de esto, en perspectiva histórica, las mujeres p´urhépecha son combativas, estableciéndose como ejemplo de rebeldía, reivindicación y dignidad. La mujer purépecha es cultura, inspiración, lucha y resistencia.

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